Yonatan Greenblatt y yo tenemos en común más que nuestro nombre

Opinión. No conocí personalmente a Yonatan, pero lamento su muerte como lamentaría el fallecimiento de un miembro de mi familia. 

Jonathan A. Greenblatt*

No es frecuente despertarse con la noticia de tu propia muerte.

Sin embargo, cuando encendí el teléfono una mañana reciente, tenía varios mensajes de amigos preguntándome si estaba bien, si conocía a esa persona, si tenía alguna idea.

Un ataque de Hamás contra soldados israelíes en Rafah hirió de muerte a un joven miembro del Batallón Shaked de la Brigada Givati. Se trata de una sección antiterrorista de las FDI, una unidad especial entrenada para hacer frente a las amenazas de los combatientes que evitan los uniformes y se visten de civil para poder mezclarse entre la multitud y esconderse entre los inocentes.


Fallecieron 331 soldados israelíes que operaban en Gaza. 
(FDI)

El 20 de julio, un soldado de las FDI que se encontraba dentro de un edificio en Rafah resultó herido cuando Hamás disparó granadas propulsadas por cohetes contra la estructura, derribándola. El joven fue trasladado a un hospital en Israel para recibir tratamiento, pero sucumbió a sus heridas. Fue el 331º soldado muerto en Gaza, la operación iniciada en respuesta a la masacre del 7 de octubre, cuando miles de terroristas de Hamás irrumpieron en el sur de Israel asesinando a más de 1.200 personas.

El soldado de 21 años que murió se llamaba Yonatan Ahron Greenblatt.

Sentí como si hubiera recibido un puñetazo en la cara.

Yonatan Ahron Greenblatt

Jonathan Adam Greenblatt

Muerto a los 21 años.

Sabía que este joven no sería más que una estadística perdida para la prensa occidental, que ignorarían su sacrificio y tergiversarían su muerte, así que acudí a la prensa israelí para saber más sobre él.


Soldado de las FDI operando en Gaza.
(FDI)

Cuando abrí el Times of Israel, me encontré mirándome en un espejo, una imagen de una versión más joven de mí mismo que me devolvía la mirada.

Yonatan era un joven de ojos oscuros y pelo corto y oscuro. Se parecía mucho a mí cuando tenía su edad, aunque me miraba desde detrás de unas gafas redondas que le daban un aspecto serio y estudioso. Su amplia kipá tejida sugería una educación religiosa y el artículo informaba que procedía de Beit Shemesh, una ciudad religiosa al este de Jerusalén.

Me recosté en la silla y respiré profundo.

En muchos aspectos, nuestras historias no podrían ser más diferentes. Yo crecí al otro lado del mundo, en una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra. Crecí en una familia laica muy sionista, pero sólo visité Israel después de cumplir los 20 años. Nunca he servido en las FDI, ni siquiera en el ejército estadounidense.

Pero aquí estamos: dos personas con vidas muy distintas y, sin embargo, indivisiblemente unidas para siempre.

No solamente nos llamamos igual. También nos vemos sacudidos por las mismas fuerzas, fuerzas que afectan a todo el pueblo judío.

Y ésa es la verdadera historia de este momento.


Jonathan Greenblatt, joven, y el joven soldado caído Yonathan Greenblatt.
(Gentileza ADL)

Una y otra vez, los últimos 10 meses nos han confirmado que, dondequiera que nos encontremos —desde el kibutz Be’eri a Kiryat Shimona, de Sydney a San Diego, de Toronto a Teaneck—, el pueblo judío es el mismo.

Las pancartas frente a Union Station en Washington hace unas semanas pedían una «Solución final» para todos los sionistas; el lenguaje no tomaba en cuenta los matices entre los fanáticos acérrimos de Bibi y los jóvenes de Shovrim Shtika.

Los vándalos que a principios del verano pintarrajearon la casa de la directora del Museo de Brooklyn con triángulos rojos no parecen haber considerado su postura sobre la «liberación palestina».

Los matones que gritaron a las personas que entraban a la Nova Exhibit en junio no se tomaron el tiempo para cuestionar sus puntos de vista sobre una solución de dos Estados.

Los supuestos activistas del movimiento Uncommitted atacan sólo a un posible candidato a la vicepresidencia por su postura sobre Israel (la judía), a pesar de que todos sus compañeros han declarado tener la misma opinión.

Los sitios web anónimos que atacan a actores, autores e inversionistas rara vez se toman la molestia de investigar sus verdaderas opiniones. El crimen es su etnia; el delito es su fe. Al final, la responsabilidad se basa en la identidad.

A veces se escuchan voces marginales en la comunidad judía que insisten en que están exentos de esas fuerzas porque se autoidentifican como «antisionistas». He visto a estas personas caminar en parejas por los pasillos del Congreso, llevando con orgullo camisetas de «No en nuestro nombre». A veces me pregunto qué habrían dicho si los hubieran despertado en sus casas de Kfar Aza el 7 de octubre.


Miles de personas se manifiestan contra el antisemitismo en Londres.
(Getty Images)

Supongo que no habría importado.

Así que sí, no lo conocí personalmente, pero estoy de luto por la muerte de Yonatan. Bendita sea su memoria para siempre.

Rezo para que Dios consuele a sus padres y hermanos entre los dolientes de Sion. Y yo lo haré, y lo recordaré como a un miembro de mi familia.

Porque él era mi familia.

Porque, si hemos aprendido algo en los últimos 10 meses, que sea que todos somos miembros de la misma familia.

Descansa en paz, Yoni.

(*) Jonathan A. Greenblatt es el CEO y director nacional de la Liga Antidifamación (@ADL_es).

Fuente: Ynet Español



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